En busca de la felicidad.

Es extraño cuanto se puede echar de menos a una persona en un lugar en el que uno está acostumbrado a que este, cómo cambia ese sitio de repente. O al menos, yo lo siento así.

La felicidad parece una palabra fácil y, en realidad, tengo la impresión de que es más bien difícil, quiero decir que todos hablan de ella pero ninguno sabe verdaderamente que es y, sobre todo, donde puede encontrarse. Desde hace años han tratado de explicarla. Otros muchos más, se han limitado a intentar alcanzarla. Ahora, en ciertos momentos, soy feliz, y después de haber leído todo lo que han dicho, hecho y escrito sobre la felicidad, creo que en buena parte depende de nosotros mismos. Nuestra vida es nuestra.

No quiero que mi vida sea tan sólo una sucesión de días, de recuerdos en los que sólo espero que el tiempo pase, sin una sonrisa, sin una emoción, sin la esperanza del éxito deseado. Puede que me caiga mientras lo intento, sí, pero para levantarme de nuevo después e intentar conseguirlo redoblando el esfuerzo.

Quizás sea inevitable dejar de pensar por las noches aún sabiendo que sólo lo haces tú. Que todo avanza y tú estas estancada.

En mi opinión, lo bonito de la vida cuando se echa la vista atrás es que te das cuenta de lo mal que as estado por ciertas cosas que luego olvidas por completo y que, en cambio, recuerdas siempre los momentos de felicidad. Y, sobre todo, cuando repasas lo que as hecho te percatas de que tal vez podrías haber entendido algo. Yo siempre e intentado comprender y han acabado jugando conmigo. Y ahora siento la tentación de volver sobre tus pasos, de regresar a ese momento y, quizá cambiar la decisión que tomé, optar por una diferente.
Por eso, en ocasiones sólo tenemos una opción de elegir guiados por el corazón, por el instinto, por la confianza, sin posibilidad de volver atrás. Y yo espero de verdad que a partir de ahora mis decisiones sean justas. Aunque, es como entrar en un cine con los ojos cerrados.


«¿Nada de Madrid?
¿Nada de besos?
¿Nada de lo de antes?
No, No, NO»
En fin, no creo que el tema sea para dedicarle ni un segundo de mi vida.


Se dieron por vencidos, pero nunca por convencidos.